viernes, 15 de enero de 2016

Carlín Calvo

 Cuando era chica y vivía en San Antonio de Padua estaba obsesionada con la casa de al lado. Era una casa de ladrillos a la vista, muy gigante de tres o cuatro pisos, casi no tenía ventanas, con una onda bastante menemista. Todos los días espiaba el patio, y quería saber cómo era, si tenía ascensor o miles de habitaciones. Con una amiga jugábamos en la entrada y nunca podíamos descifrar quién vivía ahí, y si en verdad vivía alguien porque siempre estaba todo muy deshabitado y oscuro. Un día un remisero nos dijo que la casa era de Carlín Calvo y que ahí vivía su madre. Una noche vinieron los bomberos porque había un auto prendiéndose fuego en el garaje de la casa. Otra vez, estaba espiando desde el altillo de mi casa y vi que en el patio de la casa de al lado había una viejita, que de repente giró su cabeza hacia donde yo estaba y me pareció que sus ojos eran blancos y que era ciega. Eso me dio mucho miedo y alimentó aún más mi imaginación en relación a la casa y a sus habitantes y a Carlín Calvo, que ya estaba empezando a desaparecer de las pantallas. En el 2002 nos mudamos al campo y sentí mucha nostalgia, no de mi casa, sino de la casa de al lado y de su inmensidad. En esa época también gustaba de un chico pelirrojo que tenía cara muy rara y anteojos. Él no me conocía, pero a veces con mis amigas lo seguíamos y yo les decía que era Ron de Harry Potter. Volví muchas veces al lugar en el que viví, y después de un tiempo mis amigas me contaron que Ron de Harry Potter se había mudado a la casa menemista con toda su familia. Increíble, pensé, esto es una gran coincidencia del destino y del mundo. Sin embargo, Ron y Harry Potter me dejaron de interesar y después la casa se convirtió en una atracción menor, cada vez que pasaba la veía más deteriorada (las puertas sin pintar y los postigones salidos). El menemismo estaba bastante lejos y las casas y ciertos objetos como las cortinas doradas, los minibar y los saunas, empezaban a perder valor y empezaban a destilar una especie de patetismo. El otro día, por azar, Ron de Harry Potter me apareció como opción para agregar a mis amigos en Facebook. Lo agregué y después me olvidé. Un día me habló y le conté mi historia, le dije que por favor me mandara fotos de su casa por dentro. El otro día recibí muchas fotos de los interiores de la casa menemista, y también me contó que se va a mudar con toda su familia a un departamento y que a la casa la van a tirar abajo, porque ya no le interesa a nadie y es una inutilidad total. Le pregunté para qué y me dijo: “¡Para construir muchos departamentos!”.

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