jueves, 23 de julio de 2020

peluquería de Mariela

Mariela:

Quería decirte que tu peluquería es lo más y que siempre tenés historias fantásticas para contar. Siempre que voy observo a los gitanos del barrio gitano que están con sus quehaceres domésticos, en sus casas sin muebles. Siempre se están gritando y los nenes corren entre los autos en venta. Ir a tu barrio me parece como entrar en un mundo en el que la magia es posible. Alfombras voladoras que me transportan por los aires, con un corte de pelo nuevo y unos reflejos que rajan la tierra.
Los gitanos, sin embargo, nunca me miran ni me observan y creo que no les importo en absoluto.

Hoy me contaste la historia de Luisa, que estaba en un crucero que tenía como destino Santiago de Chile cuando justo la agarró el coronavirus.
Luisa tiene 76 años y hace cinco años que está viuda. Ahora conoció a Eduardo de 81.
Se enamoraron. Mariela dice que la ve más regia que cuando estaba con el ex.
A pesar de su edad, Eduardo tiene un taller mecánico y anda en moto para todos lados. También van a bailar a Macao.
Juntos decidieron utilizar sus ahorros para realizar este viaje.
En Chile los agarra el coronavirus y en el puerto no los dejan bajar. Los miran como leprosos. Como la empresa es californiana el barco se las toma.
Cuestión que Luisa termina en Los Ángeles sin plata.
Los extranjeros se quedan en Estados Unidos pero ellos no tienen visa, así que quedan atrapados ahí.
De repente, el crucero que tenía 5 piletas, dos casinos y 5 restaurantes comienza a cerrar cada una de las dependencias. Si usan wifi se los cobran y ninguno puede hablar con sus hijos.
Cuando se están por quedar sin comida, el gobierno los deporta a Brasil porque Argentina tiene las fronteras cerradas.
Pasan 15 días en el hotel de una favela (porque es lo único que pueden pagar). Adentro de esa habitación hace mucho calor y escuchan gritos y tiros.
No son vacaciones, es una tortura.
Cuando llegan a la Argentina repatriados deciden seguir siendo novios pero no convivir.