lunes, 28 de octubre de 2019


Me levanté una mañana
y desde temprano
me dispuse a sembrar
todo lo malo.
No me pregunten cómo.
El día: medio soleado
indefinido
pero mi corazón
galopando como un corsario
negro en un tornado,
una guadaña
la campesina que se
queda dormida
y desaprovecha las estaciones,
la bondades del viento.
Y lo peor,
me congraciaba de eso
en una fiesta negra conmigo misma
cantando la siguiente canción:

voy a sembrar
todo lo malo
voy a sembrar todo lo malo
voy a sembrar el temor a fallar
voy a sembrar discordia
el horror, todos los más
feos sentimientos
los gatos ariscos
voy a sembrar rabia contra algo
contra alguien.


Una molotov al vacío,
a la vidriera de una multinacional
que me devuelva
una piedra de dibujo en el agua
una capacidad nueva.

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