martes, 29 de mayo de 2012



Este es un verano cruel. Cerró la mejor panadería del mundo. Las macetas que parecían árboles se secaron todas. A mi amiga se le cayó el cabello por una tintura vencida. Todo parece ser un desastre. Lo único que me hace sentir bien es la campaña que estoy llevando adelante, se llama: ayudemos a los wichis del norte. Estoy juntando comida y ropa desde la primavera. Hice un grupo en Facebook. Todo empezó en una reunión de ex compañeros de la secundaria. Marcela, una chica que ahora es profesora de literatura y además tiene una banda Indie, nos contó que había vuelto de su viaje al norte hace poco tiempo “me llama la atención que exista todavía la caza como medio de subsistencia”. Esta cuestión me alarmó. Yo, que nunca había hecho nada en mi vida, más que trabajar en el negocio familiar, tenía que hacer algo. Así empezó todo.
Mi casa está llena de cosas para los winchis: zapatillas, alimentos no perecederos, remeras batick que hace mi mamá. Estoy pensando slogans para la campaña solidaria pero no se me ocurre ninguno. A mi amiga se le ocurrió este: “todos somos wichis, ser wichis es amor, contacto con la naturaleza, tenemos que indignarnos”.
Ya no tengo espacio para mí, tengo que comer en la punta de la mesa. Mi novio ya no quiere venir más y dice que me tengo que mudar a otra parte o alquilar un galpón para poner las cosas que juntamos. Todos los mediodías recorro barrios que no conozco, con la camioneta del supermercado y les toco el timbre a las personas. A veces lo llevo a mi perro Simba y la gente se enternece y ayuda.

-hola, soy la administradora de una campaña para ayudar a nuestros hermanos wichis del norte. Necesitamos alimentos no perecederos o ropa.
-¿es tuya la camioneta del supermercado Simba?
-sí.
-¿y cómo sé que no te llevás mi comida para venderla en tu supermercado?

Por suerte es poca la gente que no quiere ayudar. Eso me consuela, porque después de todo, el mundo no está habitado solamente por seres hostiles, sino por gente amable que quiere compartir sus riquezas con los que menos tienen.
Pronto fundaré mi propia ONG, y ambiciono que podamos salir en canales de cable con actores que sean un poco famosos y puedan colaborar con la causa.

Marcela compuso una canción inspirada en la acción solidaria. Tiene acordes suaves y voces corales muy bien hechas, sin embargo, conservan la desprolijidad propia del Indie. El recital se hizo en un bar que además tiene una galería de arte. Fui con Santiago, un ex compañero de secundaria. Pero tuve mala suerte, y nos cruzamos con mi novio que interpretó mal las cosas. Me dijo “te voy a hacer matambre”, y se fue. Después de esa situación no me atendió más el teléfono. Es una pérdida enorme, pero a fin de cuentas lo que más interesa en esta vida es la causa, y por ella  soy capaz de dar  la vida. 

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