jueves, 19 de agosto de 2021

 Estoy tratando de comprender por qué me siento tan cansada y tratando de volver al blog al mismo tiempo, con volver al blog me refiero a escribir directamente en el blog (para recuperar su carácter de inmediatez y frescura). No escribir para borrar. No escribir antes en una hoja limpia y pasarlo. Últimamente escribo en un cuaderno amarillo a la noche antes de dormir mientras tomo un té de valeriana. Ese es uno de mis ritos, un rito de vivir sola. Como el de tener flores en el centro de la mesa y ver cómo al pasar de los días se marchitan (antes las dejaba marchitarse y ahora las tiro por una nota que leí sobre las energías de las casas). En esta casa velaron a una persona, en mi cuarto. Mi bisabuela era médium y se comunicaba con espíritus que hablaban a través de su boca en otros idiomas. Imagino que a principios del siglo XX eso podía pasar, por la inmigración masiva. Extraño mucho el siglo XX, aunque solo viví una década de él.

Todo esto lo estoy haciendo para no seguir depurando una traducción que hice con google translate. Para apaciguar mi ansiedad y mi cansancio y más que nada mi dolor de cachete. Ayer me sacaron una muela y la dentista, mientras forcejeaba con mi mandíbula, me contaba sus problemas con sus parejas. Con uno con el que no funcionó aunque le gusta, con el otro que tiene más seguridad en sí mismo pero no es como el anterior. Con sus repetitivas comparaciones entre ambos. Y mientras le ajustaba al torniquete. Ahora me veo múltiples hematomas en la cara y estoy con los medicamentos que te cansan, con la corrección de esta traducción, con traer a este cuerpo acá para que haga algo.