domingo, 13 de marzo de 2016

La contratapa que escribió Marina Yuszczuk para Éramos punk sin saberlo (2016) ❤




Bienvenidos a la juventud de Flavia Garione, una especie de Wonderland marplatense, un territorio que se explora para levantar lo maravilloso como chicles pegados en el piso. Pero si ese lugar está encantado es porque un grupo de chicos y chicas lo recorrieron para bañarse en sus arroyos, cortarse las rodillas en las piedras de sus playas o comer pizza en una plaza: en este libro, eso es la juventud, un estado caótico de exploración que se acerca al hastío, algo que se acaba, una melancolía precoz porque ya no se baila como antes: “No fue hace tanto en realidad/ Éramos arrastrados por un poder maligno y bueno a la vez/ Y ahora/ Hace tiempo/ no pasa/ no sabemos por qué/ Llega la noche y todos esperamos el momento de bailar/ pero en cambio/ cantamos canciones tristes en la casa de melisa/ hacemos karaoke de canciones que escuchábamos con nuestras familias”.
Rodolfo Kuhn dirigió en 1962 una película que se llamaba Los jóvenes viejos, donde unos chicos de traje (que ahora miramos y nos parece que tuvieran cuarenta, porque la juventud no es una propiedad estable) iban a Mar del Plata y tomaban alcohol en la playa como el último límite –ante el mar, desconocido, frío- en el que podían encontrar una experiencia nueva, algo que los sacudiera. Medio siglo después, Flavia escribe poemas en el celular y se sorprende porque el fin de la fiesta no coincide con el fin del mundo: “no lo puedo creer/ todavía es de noche/ y el mar choca violentamente/ contra las rocas”.  Este libro termina justo al borde de ese mar turbulento, del que nada puede decirse todavía.

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