miércoles, 2 de marzo de 2016

consumo



Quiero decir que por primera vez estiré la billetera y fui a una fiambrería cara.
 Me compré 200 gramos de salamín con especias que me salieron una fortuna y pagué con débito. 
Es el mejor que comí en mi vida, su calidad es insuperable. 
Está cortado, en un taper en la heladera. Todos los días paso, robo una feta y sigo mi camino.
 La impresión que me queda al final del día es que ese salamín es infinito.

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