Me levanté a las siete de
la mañana. Primero hice café con leche y tostadas y después estudié un poco
(una hora). Me gusta hacer resúmenes prolijos, bien arreglados. El resumen era
pasivas con se, reflexivas, etc, una gran ensalada. Después fui a la facultad y
a la profesora se le veía la bombacha pero nadie le quería decir.
Al medio día fui al café de siempre y pedí tarta de pollo con
vaso de Pepsi y fumé cinco cigarrillos porque volví fumar. No quiero subirme al
tren de la vida sana porque no quiero vivir 80 años. En el patio de fumadores
observé a toda la gente, de lo que conversaban. Entró una chica muy bien
vestida, ropa de marca hablando por teléfono con el novio. Después vino Rodrigo
y fuimos con el primo que es arquitecto a ver la casa de la abuela. Me quedé
tirada en una reposera, mirando los pequeños detalles del patio: las hormigas,
las plantas muertas, las macetas. A la vuelta fuimos a ver lavarropas. Todo muy
caro y el vendedor muy chanta queriendo que compremos lo más caro. De ahí a
casa.
Llegó Luciana que estaba de paso y trajo panes de sabor. Dijo que fue
maltratada por la panadera. También compró un conejo que hacía luces. Tomó unos
mates y se fue. Vi dos capítulos de los zombies. Me gusta como todos quieren
sobrevivir y como Rick ayuda a cada momento aunque ahora está loco y ve al
fantasma de la mujer. Mi personaje favorito es Daryl, el chico oso. Siente
mucho amor por todos pero es rudo porque la vida lo trató mal. Ahora el grupo
tiene un nuevo integrante, un bebé que se llama patea traseros. El personaje
que más odio es “El gobernador” que colecciona cabezas de zombies y es una
mierda de persona. Veo tantas series de zombies que ya no leo prácticamente. El
otro día sí, leí Borges. También tenemos un libro nuevo en casa que quiero
leer, es de teoría sobre la pintura contemporánea y tiene láminas bellísimas. Parece
un libro de gente rica.
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