jueves, 3 de julio de 2014

Dos poemas de Stuart Krimko aunque prefiero decirle Stuart Kimbo

Una mente buena

Una mente buena es todo lo que
necesitás para triunfar. ¿Qué estoy
diciendo? Es todo lo que yo
necesito, y quiero ser
responsable por lo que
quiero, lo que necesito.
La semana que viene incluso
podría estar muerto. ¿Y qué?
El viento también pasa.

Una mente buena puede ayudarme a cantar.
Cuando estoy en un coro veo el
grupo, como bosques delante de
árboles, y a mí mismo sólo me veo
oscilando con ellos, mi túnica que susurra
no es un problema. Cuando se trata del
atuendo, soy parte de él.

Esta mente buena, con todas
sus coincidencias felices y sus frías
verdades, ¿no debería tomarse
su tiempo cuando camina a la tienda?
No, ella sabe lo que quiere,
¿por qué debería entretenerse? No
hay alegría en el trayecto sólo
en el logro, el pájaro en la mano,
el arbusto arrancado del suelo, el
bosque plateado que ilumina el camino
hacia el oro.

Querida mente buena, ¡Cómo
te aprecio! Cómo deseo usarte
con la furia emblemática de una corona.
No bromeo. No sé reír
y quizás vos puedas enseñarme. Es posible,
¿no, mente buena? Alguien te enseñó a
haerlo y podés darte vuelta y enseñarme a
mí ¿podrías?

Línea de tierra

¿Cómo sujetás un día feliz
cuando mientras se va, se va para siempre?
El viento se lo lleva, podés ver
el viento en el pasto, el viento pasa
mientras llega la noche
y sí, tu día se ha ido, sin que lo sujetes,
tus manos vacías como huevos
sin yemas ni claras: comiste
pero los envases ya no sirven,
han consumido su vida. ¿Qué, en vos,
podría retener el día sino las manos,
los ojos, la mente?
¿Es eso acaso un recuerdo, cuando se logra
sujetarlo? Los días felices
se van más rápido que los tristes, nerviosos por regresar
a sus fuentes, como las gotas al sol,
evaporación, el lago del que provienen las gotas.
El ancho mundo, feliz y triste, retenido y liberado gota a gota,
experimentado y soñado; drogas ingeridas, días
sobrios que también fueron felices, en una casa junto
a un bar, radiante, esperando a amigos, esperando
que suene el teléfono, y cuando suena
se levanta otra vez el viento y mueve el pasto
y ahí se va, el viento, el día feliz,
silencio del otro lado, el teléfono que se cuelga.






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