Salí de la cama y me vi puesto
un zapato de goma negra; dije: ¿Cómo? ¿Me había acostado con un zapato? Lo quité,
y debajo advertí otro zapato de goma negra. Dije: ¿cómo? ¿Dos zapatos, al mismo
tiempo, en un pie? Lo quité, y apareció otro zapato. Otro. Y otro. Todos en
diversos tonos de negro. Uno, corto y afelpado. Innumerables botines que me
sacaba medio incorporada. De sólo ese pie. Con gran destreza y gran lucha. En
un clima cinesco y reducido. Aterrada logré pensar en mi hermana –esto es una
grave enfermedad-: podría llevarme a un sanatorio. ¡Vana esperanza! No había
cura. Lo que me pasa mientras me quitaba más zapatos del mismo pie, no es
verdad, sólo parece. Y es muy difícil, sino imposible de curar lo que sólo
parece. Al fin simuló anularse todo; anduve por mi habitación en la que había más
cosas que antes, una mesa, más roperos; salí por la puerta, no del todo, la
misma… hacia la ribera de la selva de Bagladesh, donde volaban tigres con tres
metros de longitud, comiéndose a los hombres (tal si fuesen gajos), negros
murciélagos que dan a luz en el aire y en colores y dejan sus crías posadas en
la nada. Mientras navegan una luna nocturna, pero clarísima. Y la mujer de los ángeles.
domingo, 25 de noviembre de 2012
25/11/2012
10:58:57
Es muy importante
y lo tengo que contar: soñé con Fogwill. En principio estábamos con mis amigas
haciendo panqueques. De repente venía Candela y se comía todo. Yo me enojaba
porque ella no había ayudado en nada y
me parecía una falta de respeto. Después su novio decía que estaba cansado de
las marcas de gaseosas argentinas y se quejaba de que no podía conseguir otras
marcas que no fueran Pepsi y Coca-cola. Yo les decía que conocía un bar en el
que vendían Inca cola. Entonces todos nos dirigíamos para allá. Ellos en auto y
una amiga y yo caminando. Cuando llegábamos (obviamente ellos habían tomado la
delantera) ya habían pedido lo que iban a comer y no nos habían esperado. Esta
vez me enojaba muchísimo y le gritaba a Candela en el medio del bar. Ella
lloraba y yo me iba dando un portazo. Por la calle (creo que era Alem) pasaba
Fogwill en un falcon destartalado con una modelo joven y muy linda de la tele. Ese
día me enteraba por televisión que Fogwill se había tirado con el auto y todo
por la escollera de Mar del Plata. Al rato estábamos todos viajando por la ruta
hacia un viñedo de Córdoba y era un día muy hermoso.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
22/11/2012
1:07:25
Si el whisky no fuera tan fuerte y si de chica no me hubieran arrestado como lo
hicieron, por tomar en la calle, me tomaría en este momento, sí justo en este
momento, un whisky con un hielo. Incorporaría en este momento muchos vicios a
la vez ¿la razón? porque sí. Porque mi mamá es la persona más sana del universo
y desea imponernos a todos una dictadura de gente sana. Eso no lo puedo
tolerar. Tampoco, que ella y otras personas, quieran ir en contra de la gente
que acumula basura, y tiren las cosas que ya no sirven. Me encanta que las
cosas se rompan y dejarlas ahí, cosas que se transforman en basura, pero que a
la vez tienen una relación con su espacio y no deben ser movidas de su lugar de origen, televisores,
minicomponentes, papeles amarillos. Cuando era chica tenía un altillo con un
montón de basura y era lo más.
sábado, 17 de noviembre de 2012
libros que tengo que comprar:
iosi havilio "Paradiso"
proximidad del amor tracy emin
Judith Butler
Eve Kosofsky
Beatriz Preciado
Breve Historia de la Literatura Argentina, Martín Prieto
Kjell Askildsen
lydia davis
Carson McCullers
Erskine Preston Caldwell
la biografía de galimberti de larraquy y caballero
jueves, 15 de noviembre de 2012
15/11/2012
11:03:53 lava su carita con agua y jabón
Hoy
descubrí lo mucho que me gusta lavar la ropa (cuando es sencillo mediante un
lavarropas automático) sino no, ni a patadas. R dijo: dale dame la ropa que la
pongo a lavar. Dije: Nooo! esa es una tarea mía! Pienso en todo ese padecimiento junto, mi
abuela con diez hijos lavando con un lavarropas semi-automático al rayo del
sol, tendiendo ropa, todas sus tardes y sus días con el delantal puesto ¡eso se
acabó! Esta mañana, ya en el lavadero, comprobé la densidad del jabón líquido,
el suavizante que en los chinos cuesta sólo cuatro pesos. Es increíble ver este
producto en las góndolas que no ha sido tocado por la inflación. Mi mamá,
cuando me veía llorar por cosas sin sentido, como una remera, un viaje, o un
chico, me decía “Flavia, lo importante en esta vida son las pequeñas cosas”. La
verdad nunca me había dado cuenta de “las pequeñas cosas” hasta esta mañana,
estoy muy contenta por este descubrimiento, quisiera nadar en una pileta de
suavizante y jabón líquido.
lunes, 12 de noviembre de 2012
12/11/2012 16:50:14
En un minuto fui y vine de la facultad
caminé diez cuadras por los jardines
de la gente jubilada
nunca voy a tener jardines como estos
porque son muy caros
y necesitan mucha dedicación.
Diez cuadras y medité si comerme un helado o no
llegué y pasé blem por la superficie de los muebles
En un minuto me sentí compenetrada en eso
como si fuera lo más importante del universo
colgué ropa y puse los repasadores a lavar
Y me pregunto
¿Cuándo me convertí
en una persona doméstica?
En un minuto prendí la computadora
Me acosté en la cama
y agarré los libros para la siesta:
primero publicar
después escribir
viernes, 9 de noviembre de 2012
Juan Brando me pasó recién esta cita
México D.f
La arena empezó a volarse y aparecieron dos mexicanos adelante mío y me dijeron si quería alquilar un bote.
Yo les pregunté cuanto salía, y me respondieron que cincuenta pesos.
-yo tengo diez nada más –les dije-.
-no importa, te llevamos igual.
Salimos en el bote.
Uno de los mexicanos era rubio clarito y empezamos a navegar por el delta.
Desde los cinco años que no venía al delta.
La razón de porque estaba ahí, era que me había peleado con mi novio Mariano que vive en Ensenada en lo de sus abuelos. Me tomé el colectivo equivocado y aparecí en el río.
El día era uno de esos bien azules.
-Aquí –me decía el mexicano rubio- tienen un río en el que se pueden bañar, todo muy natural, hasta se puede venir a cazar.
-Si, yo vine a los cinco años, después nunca más. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
-eso, eso –dijo que el otro mexicano que hasta el momento no había hablado-.
De pronto oímos unos gritos que venían de un islote cercano. Michael se acercó con el bote.
Una chica pedía ayuda.
-¿Qué te sucede estás bien?
-no. mi papá se fue con la lancha hace dos días, como no volvió no tengo comida, solamente mate. Estoy gritando acá afuera hace dos horas y nadie escucha.
-Bueno –dije yo- ¿querés subir?
-si les agradecería.
Una vez que todos nos ubicamos en el bote empezamos a andar devuelta.
Ya estaba oscureciendo. El bote se detuvo con un temblor.
-debe ser un yacaré –dijo la chica-.
Yo me asusté porque nunca había visto un yacaré.
-Michael –dijo el mexicano rubio- ¿quieres ver que pasa ahí en el agua?
Michael asintió con la cabeza y se tiró al río. Se sumergió un rato y salió.
-creo que el yacaré este está mordiendo el bote, voy a tener que buscar un palo, y pegarle para que se vaya.
Yo le di una rama que estaba flotando cerca pero la rechazó.
-¡ésta no sirve wey!, voy a buscar otra.
Entonces vimos que Michael se iba nadando lejos, hasta que no lo vimos más.
-Hubiera traído mate de mi casa si hubiera sabido que nos quedábamos toda la noche acá -dijo la chica-.
Yo no sabía que hacer. Quizás Michael había hecho bien en irse. ¿Qué íbamos a hacer toda la noche?
Estaba amaneciendo en el delta cuando el bote se desatascó y volvió a moverse. El mexicano rubio comenzó a remar hacia la orilla y todos permanecimos callados.
Cuando estábamos por llegar al muelle nos cruzamos con un barco catamarán.
El mexicano que se había ido nadando estaba ahí.
Se hizo el que no nos veía y traía puestos unos anteojos de sol.
Yo les pregunté cuanto salía, y me respondieron que cincuenta pesos.
-yo tengo diez nada más –les dije-.
-no importa, te llevamos igual.
Salimos en el bote.
Uno de los mexicanos era rubio clarito y empezamos a navegar por el delta.
Desde los cinco años que no venía al delta.
La razón de porque estaba ahí, era que me había peleado con mi novio Mariano que vive en Ensenada en lo de sus abuelos. Me tomé el colectivo equivocado y aparecí en el río.
El día era uno de esos bien azules.
-Aquí –me decía el mexicano rubio- tienen un río en el que se pueden bañar, todo muy natural, hasta se puede venir a cazar.
-Si, yo vine a los cinco años, después nunca más. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
-eso, eso –dijo que el otro mexicano que hasta el momento no había hablado-.
De pronto oímos unos gritos que venían de un islote cercano. Michael se acercó con el bote.
Una chica pedía ayuda.
-¿Qué te sucede estás bien?
-no. mi papá se fue con la lancha hace dos días, como no volvió no tengo comida, solamente mate. Estoy gritando acá afuera hace dos horas y nadie escucha.
-Bueno –dije yo- ¿querés subir?
-si les agradecería.
Una vez que todos nos ubicamos en el bote empezamos a andar devuelta.
Ya estaba oscureciendo. El bote se detuvo con un temblor.
-debe ser un yacaré –dijo la chica-.
Yo me asusté porque nunca había visto un yacaré.
-Michael –dijo el mexicano rubio- ¿quieres ver que pasa ahí en el agua?
Michael asintió con la cabeza y se tiró al río. Se sumergió un rato y salió.
-creo que el yacaré este está mordiendo el bote, voy a tener que buscar un palo, y pegarle para que se vaya.
Yo le di una rama que estaba flotando cerca pero la rechazó.
-¡ésta no sirve wey!, voy a buscar otra.
Entonces vimos que Michael se iba nadando lejos, hasta que no lo vimos más.
-Hubiera traído mate de mi casa si hubiera sabido que nos quedábamos toda la noche acá -dijo la chica-.
Yo no sabía que hacer. Quizás Michael había hecho bien en irse. ¿Qué íbamos a hacer toda la noche?
Estaba amaneciendo en el delta cuando el bote se desatascó y volvió a moverse. El mexicano rubio comenzó a remar hacia la orilla y todos permanecimos callados.
Cuando estábamos por llegar al muelle nos cruzamos con un barco catamarán.
El mexicano que se había ido nadando estaba ahí.
Se hizo el que no nos veía y traía puestos unos anteojos de sol.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
07/11/2012
16:27:35
Rodrigo
se fue y volvió varias veces en el día y siempre cuando entraba yo estaba
sentada en la misma silla tratando de escribir un trabajo, en realidad estoy
leyendo blogs y tumblrs y me gustó mucho un poema, ya me olvidé de quien es,
que decía algo de un genio de la lámpara y los deseos de las personas. Si yo tuviera que pedir tres deseos pediría: 1) una almohada más cómoda 2) qué la
comida fuera gratis y que te la trajeran a tu casa 3) que me sirvieran sushi de
acá hasta que muera de vieja. Hay un deseo más íntimo y es el mejor de todos. Cuando
tenía nueve años estaba siempre sola en mi casa, y a las dos de la tarde venía
del colegio, me servía un plato con galletitas terrabusi, un vaso de leche
blanca y me sentaba a mirar ocho horas diarias de televisión. Todo el día
esperaba ese momento. Mi programa favorito era Entertainment, la vida trágica y
de excesos de los famosos, como por ejemplo la vida misteriosa de Linda Blair
(la nena que interpretó al exorcista). Pero el programa que de verdad me hacía
alucinar era el reloj de bernardo, que lo daban por dicovery kids. Era un niño
inglés que tenía un reloj mágico con el que podía detener el tiempo. La única
truchada era que lo tenía que usar de modo correcto y honesto, por ejemplo, no
podía estafar a alguien porque se lo quitaban. Me daba odio su honestidad y
pensaba en todas las cosas ilegales que podría hacer con un reloj como ese, en
realidad lo sigo pensando: lo que más quisiera es el reloj de Bernardo así podría
organizarme mejor.
lunes, 5 de noviembre de 2012
05/11/2012
21:59:58
No
hay tiempo de leer todo lo que quiero leer
100
blogs por segundo
50
tumblr
Necesito
que me regalen días de 48 horas
O
me hubiera gustado lo siguiente:
haber
nacido en una familia hippie
que
se hubiera ido a vivir al sur
a
fabricar mermeladas artesanales
trabajaría
haciendo mermeladas
de
frutos de la zona, revolvería ollas
y
leería más que ahora
sería
más feliz.
mermeladas
caseras “los duendecitos”
nadaríamos
entre la mermelada y el anonimato
la
vida granjera y el alcohol por las noches
junto
al fuego del hogar
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