Enfrente de mi casa
al lado de la fábrica de pastas
para yonkis de las harinas blancas,
había un salón de fiestas.
Se llamaba "upalalá"
y ahora quebró por la
pandemia,
Ya no están permitidas
las fiestas ni los bailes
y está prohibido
festejar el cumpleaños.
Todxs lxs invitadxs
podrían enfermarse
y morir en el acto.
Incluso la fiesta en sí
como concepto
adquirió una connotación
negativa, como algo
que incita a la violencia.
Paso por upalalá
todos los días
tiene cartel de alquila
pero todavía puede verse
la máquina de karaoke,
los inflables,
cajas de vinos,
botellas de cerveza vacías,
cotillón de carnaval carioca
desperdigado por el suelo.
los neones apagados,
bolas de boliche
proyectan unos rayos plateados
minicuadraditos.
Una cabina para
sacarse selfies
con amigxs y otra de dj.
Fantaseo entrar
como un espía
por la noche
y hacer de la ruina
mi propia fiesta.
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