En julio me voy a California porque mi mejor amiga se casa.
Como siempre fui pobre es la primera vez que viajo en avión, y todos los días
imagino que el avión se va estrellar o que se va a caer en la cordillera como
viven y yo voy a sobrevivir comiendo carne humana y haciendo cuevas en la nieve.
Imagino que el avión va a aterrizar en el océano pacífico por un desperfecto
técnico y pienso que mi pasaporte va a flotar y que un pez se va a comer la
visa que tanto trabajo costó. Tengo tanto miedo que todos los días les pregunto
a mis amigos cómo es viajar en avión y si da vértigo y si dan comida y cómo es
el baño. Ya están todos hartos. Me siento un poco pajuerana o también como un
mono exótico que lo sacan de su habitat natural y lo llevan a la puerta de un
gran imperio custodiado por un guardia de seguridad, que tiene la cara del
hombre que me dio la visa. Él decide si estoy autorizada a pasar y su palabra
favorita es NO. Otra cosa que se me ocurrió es ir a Hollywood para intentar
conseguir trabajo de asistente de artistas, manejar limusinas, o cuidar mansiones.
Sería hermoso cuidar la mansión de un famoso que vive de vacaciones, o
hacer pequeños atentados invisibles, como romper un pedacito del cartel que
dice Hollywood.
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