Soñé que tres hombres adolescentes querían entrar a mi casa de San
Antonio de Padua y yo cerraba con llave una puerta de vidrio y
llamaba al 911.
Por fin estoy sangrando. Doy vueltas por mi casa sucia y desordenada, hoy pagué sus
impuestos.
Hoy pagué sus impuestos con la plata que dejó mi tío cuando estuve
en Uruguay.
Parece que finalmente voy a licenciar las horas del colegio del
campo. Hoy fui con dolor de ovarios, de mal humor, habiendo dormido
poco. Todas las conversaciones sobre la organización del colegio me
parecían pelotudas ¿Qué mierda hago acá? Por qué no se callan! Y
a cada rato las ganas de ser normal, de que me importen los cuadernos
de comunicaciones y el equipo de orientación.
Sólo hice una intervención que no entendió nadie sobre el fondo y
la forma, de que son inseparables y de que el contenido no se
desprende como una uva del racimo. Dije, entiendo mucho lo que quiere
decir Marta sobre no ser corregida en la mesa de examen por esta
psicóloga que debería ver menos series y leer más. Seguro quedé
como una boluda engreída de mierda.
Como me dijo el otro día Pedro. Me dijo que la verdad yo le había
caído muy mal en el asado y yo le dije, creo no haber hecho nada
para caerte mal. Es más, ese día estaba simpática. Me dijo que le
caí mal porque me aburrí de los juegos grupales y me fui a hacer la
mía. Además, me dijo, parecés una piba de familia de alcurnia.
Nada que ver, nada más lejos que eso. Soy hija de docente y vengo de
una familia trabajadora. La verdad deberíamos recibir menos castigos
de la sociedad por ser como somos. Las reuniones de docentes no
pueden durar cinco horas. Se debería contemplar que te vas de una
escuela. Voy a extrañar la escuela del campo y las nubes de polvo
que me envolvían al entrar. Seguro estas nubes de polvo me generan
un montón de puntos negros en la piel. Seguro nunca me quisieron
mucho pero alguien seguro que sí. Como ese nene que no hablaba pero
que me regaló una taza con un corazón. Un corazón que con el agua
caliente se ponía rojo y que cuando se enfriaba se ponía negro. Yo
creo que algo me quiso decir con eso.
¡Oh personas que tenemos el corazón negro! ¿Habrá algún paraíso
negro para nosotros? ¿Con caballos negros y templos negros? ¿Un paraíso de muñecos de nieve negros en el
que nos entiendan?
Parecés de alcurnia y no jugaste al mundo de la amabilidad... por eso me caíste mal. Si vos te merecés un paraíso negro yo me merezco uno absolutamente blanco, por boludo.
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