lunes, 25 de enero de 2016

la fuerza

Por un lado, la sensación estúpida de no haber hecho nada de lo que me pueda sentir satisfecha u orgullosa. La necesidad de mostrarme en las redes sociales y la inseguridad que me trae a veces están directamente relacionadas con una inestabilidad en el proceso de escritura de los textos y el odio que me produce seguir hablando de mi vida intrascendente y no poder cortar con eso. A la vez, la urgencia de escribir y expresar cosas y el valor que me infunden los textos que más me gustan, que siempre son de otras personas y la envidia y admiración que me producen mis escritores y artistas preferidos. El ideal siempre conduce a la posibilidad de hacer todo lo que esté a mi alcance para ser como yo quiero, sin que me importe lo que digan o piensen los demás y escribir cosas maravillosas para dejar de perder el tiempo en lo de todos los días y en la paranoia. Al final, las cosas que pasan “todos los días“ me producen tanto extrañamiento y me seducen tanto que quiero seguir insistiendo con eso. Me gustaría: ser más disciplinada, menos ambivalente, luchar por lo que quiero con insistencia, borrar el círculo social y meterme en la caverna de la creación desenfrenada. Tener ideas y hacer lo que me gusta, poner lo mejor de mí para sacar adelante mi lado fuerte y seguro de sí mismo que es un poco monstruoso. Manejar la gran bola de sentimientos que se apodera de mi cerebro desorganizado y peleador para establecer un control más equilibrado, estableciendo a la fuerza como eje absoluto. 

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