sábado, 30 de enero de 2016
jueves, 28 de enero de 2016
miércoles, 27 de enero de 2016
fotolog cierra para siempre en febrero y rescaté más fotos
A los 14 años en un ascensor
Leyendo a la luz de una vela con ipi y candela un día que se cortó la luz en el 2005
Intervenciones artísticas de ipi en el 2004
Mi hermano cuando era un niño bebé
El transporte público en San Salvador de Jujuy
Bañando a los caballos
En la playa un día de calor
Señor maldito
Saltos firmame el flog
Qué buenas zapas, están re a la moda
Kim kim
Terraza y primeras cervezas
Nos dan el diploma del colegio
Cuando conocí a un chico punk en Santa Fe y nos re enamoramos
gata adolescente en la terraza
Antes de ir al boliche
siempre triste porque el chico que me gustaba no me daba bola
Una chica que era nuestra amiga y se convirtió en modelo
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Basura en la escollera
Pies del 2006
Un señor muy amable de Jujuy
blanca nieve
Se hace así
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lunes, 25 de enero de 2016
la fuerza
Por un lado, la sensación estúpida de no haber hecho nada de
lo que me pueda sentir satisfecha u orgullosa. La necesidad de mostrarme en las
redes sociales y la inseguridad que me trae a veces están directamente relacionadas
con una inestabilidad en el proceso de escritura de los textos y el odio que me
produce seguir hablando de mi vida intrascendente y no poder cortar con eso. A
la vez, la urgencia de escribir y expresar cosas y el valor que me infunden los
textos que más me gustan, que siempre son de otras personas y la envidia y
admiración que me producen mis escritores y artistas preferidos. El ideal
siempre conduce a la posibilidad de hacer todo lo que esté a mi alcance para
ser como yo quiero, sin que me importe lo que digan o piensen los demás y
escribir cosas maravillosas para dejar de perder el tiempo en lo de todos los
días y en la paranoia. Al final, las cosas que pasan “todos los días“ me
producen tanto extrañamiento y me seducen tanto que quiero seguir insistiendo
con eso. Me gustaría: ser más disciplinada, menos ambivalente, luchar por lo
que quiero con insistencia, borrar el círculo social y meterme en la caverna de
la creación desenfrenada. Tener ideas y hacer lo que me gusta, poner lo mejor
de mí para sacar adelante mi lado fuerte y seguro de sí mismo que es un poco
monstruoso. Manejar la gran bola de sentimientos que se apodera de mi cerebro
desorganizado y peleador para establecer un control más equilibrado,
estableciendo a la fuerza como eje absoluto.
viernes, 22 de enero de 2016
Esteban
Esteban a los 17 años
se cansa de su familia
deja una nota en la mesa de la cocina
para despedirse de todos
se va hasta la terminal de Sarmiento y Alberti
saca pasaje para ir a Villa Gesell
espera el colectivo sentado
no siente angustia ni nostalgia
se compra una coka y un pancho
sube al colectivo
llega a Villa Gesell y con la plata que tiene ahorrada
alquila una habitación en un hotel que se llama "Los
Tehuelches"
busca trabajo en los locutorios y consigue en un ciber
por primera vez está feliz,
va del hotel al trabajo,
en el hotel ya lo conocen y es amigo de los recepcionistas
a veces se quedan hablando hasta tarde o miran algún partido en la tele
nunca le preguntan de dónde viene ni la edad
no va a la playa porque se mueve por el centro
En los tiempos libres se conecta al msn
Un día su hermano lo ve conectado
Y le dice que en su casa están como locos,
Que piensan que se quiso matar y que llamaron a la policía.
A él no se le había ocurrido eso,
Que si se conectaba podían descubrirlo
Entonces vuelve a su casa, antes de irse
uno de los recepcionistas
le da un abrazo.
martes, 19 de enero de 2016
viernes, 15 de enero de 2016
Carlín Calvo
Cuando era chica y
vivía en San Antonio de Padua estaba obsesionada con la casa de al lado. Era
una casa de ladrillos a la vista, muy gigante de tres o cuatro pisos, casi no
tenía ventanas, con una onda bastante menemista. Todos los días espiaba el
patio, y quería saber cómo era, si tenía ascensor o miles de habitaciones. Con
una amiga jugábamos en la entrada y nunca podíamos descifrar quién vivía ahí, y
si en verdad vivía alguien porque siempre estaba todo muy deshabitado y oscuro.
Un día un remisero nos dijo que la casa era de Carlín Calvo y que ahí vivía su
madre. Una noche vinieron los bomberos porque había un auto prendiéndose fuego
en el garaje de la casa. Otra vez, estaba espiando desde el altillo de mi casa
y vi que en el patio de la casa de al lado había una viejita, que de repente
giró su cabeza hacia donde yo estaba y me pareció que sus ojos eran blancos y
que era ciega. Eso me dio mucho miedo y alimentó aún más mi imaginación en
relación a la casa y a sus habitantes y a Carlín Calvo, que ya estaba empezando
a desaparecer de las pantallas. En el 2002 nos mudamos al campo y sentí mucha
nostalgia, no de mi casa, sino de la casa de al lado y de su inmensidad. En esa
época también gustaba de un chico pelirrojo que tenía cara muy rara y anteojos.
Él no me conocía, pero a veces con mis amigas lo seguíamos y yo les decía que
era Ron de Harry Potter. Volví muchas veces al lugar en el que viví, y después
de un tiempo mis amigas me contaron que Ron de Harry Potter se había mudado a
la casa menemista con toda su familia. Increíble, pensé, esto es una gran coincidencia
del destino y del mundo. Sin embargo, Ron y Harry Potter me dejaron de
interesar y después la casa se convirtió en una atracción menor, cada vez que
pasaba la veía más deteriorada (las puertas sin pintar y los postigones
salidos). El menemismo estaba bastante lejos y las casas y ciertos objetos como
las cortinas doradas, los minibar y los saunas, empezaban a perder valor y
empezaban a destilar una especie de patetismo. El otro día, por azar, Ron de
Harry Potter me apareció como opción para agregar a mis amigos en Facebook. Lo
agregué y después me olvidé. Un día me habló y le conté mi historia, le dije
que por favor me mandara fotos de su casa por dentro. El otro día recibí muchas
fotos de los interiores de la casa menemista, y también me contó que se va a
mudar con toda su familia a un departamento y que a la casa la van a tirar
abajo, porque ya no le interesa a nadie y es una inutilidad total. Le pregunté para
qué y me dijo: “¡Para construir muchos departamentos!”.
sábado, 9 de enero de 2016
jueves, 7 de enero de 2016
miércoles, 6 de enero de 2016
2 de enero
Frente al Nahuel Huapi en Villa La Angostura, ceniza de volcán y un bebé de la otra habitación llora sin parar. Hoy fue un día largo en la cascada Incayal porque nos perdimos. Si hubiera sido más inteligente habría recolectado helechos diminutos que crecen en forma de pasto, en cambio, me quejé porque r se equivocó de camino y los mapuches ponen señales falsas en los árboles para que te confundas o para marcar sus propios senderos. Subí y bajé miles de veces entre los tábanos -a los que confundí con abejas o chaquetas amarillas-. Sentí mucho terror por la altura y las abejas y en algunos momentos no di más y pensé que iba a caer 50 metros en un vacío total, flotando y muriendo a la vez. Eso no pasó. La mujer del hotel dice que los mapuches no son mapuches sino paraguayos. Y le digo ¿Y cómo vinieron? y dijo que "los traían y que eran ocupas". Lo arbitrario de este razonamiento me hizo salir del relato. La cuestión es que nos perdimos de verdad y no era gracioso. Pensé en VIVEN, en que estábamos en la cordillera sin comida y en que la cordillera es infinita. Todos los árboles, las subidas y la bajadas parecían las mimas hasta que llegamos a un cartel que decía "territorio mapuce". Ahí salieron unos perros feroces gigantes como osos y muy guardianes que me vieron como su enemiga. Quise amenazarlos con mi palo de arrayan pero ésto los violentó más y en un momento me las vi feas, dejando parte de la cara, la pierna o el culo. O aún peor, van a venir directo al cuello, pensé. No puedo hacer nada, ya está. Por suerte todo el ruido atrajo a más turistas perdidos: un chino y dos rosarinos.
Frente al Nahuel Huapi en Villa La Angostura, ceniza de volcán y un bebé de la otra habitación llora sin parar. Hoy fue un día largo en la cascada Incayal porque nos perdimos. Si hubiera sido más inteligente habría recolectado helechos diminutos que crecen en forma de pasto, en cambio, me quejé porque r se equivocó de camino y los mapuches ponen señales falsas en los árboles para que te confundas o para marcar sus propios senderos. Subí y bajé miles de veces entre los tábanos -a los que confundí con abejas o chaquetas amarillas-. Sentí mucho terror por la altura y las abejas y en algunos momentos no di más y pensé que iba a caer 50 metros en un vacío total, flotando y muriendo a la vez. Eso no pasó. La mujer del hotel dice que los mapuches no son mapuches sino paraguayos. Y le digo ¿Y cómo vinieron? y dijo que "los traían y que eran ocupas". Lo arbitrario de este razonamiento me hizo salir del relato. La cuestión es que nos perdimos de verdad y no era gracioso. Pensé en VIVEN, en que estábamos en la cordillera sin comida y en que la cordillera es infinita. Todos los árboles, las subidas y la bajadas parecían las mimas hasta que llegamos a un cartel que decía "territorio mapuce". Ahí salieron unos perros feroces gigantes como osos y muy guardianes que me vieron como su enemiga. Quise amenazarlos con mi palo de arrayan pero ésto los violentó más y en un momento me las vi feas, dejando parte de la cara, la pierna o el culo. O aún peor, van a venir directo al cuello, pensé. No puedo hacer nada, ya está. Por suerte todo el ruido atrajo a más turistas perdidos: un chino y dos rosarinos.
Mario Levrero en Correspondencia:
Hay además ciertas expresiones que ubican a uno automáticamente en determinada corriente, le ponen como un sello (y con cierto derecho, ya que fueron acuñadas o distribuidas con por esos mismos intereses). Por ejemplo, aquí se ha usado mucho el término "facho", en las tiendas marxistas, para designar a sus enemigos. El término es tendencioso, obscuro y absolutamente impropio (designaría tanto a Ezra Pound como a los que metieron a E.P. en una jaula; metería en una misma bolsa a Mussolini, el general Perón y a Nixon; es una muestra del sectarismo marxista, y me recuerda al término "goy" con que los judíos designan a todo el que no es judío). Es a estas caídas facilongas en la jerga politicoide de moda a lo que le temo con respecto a su poesía (y hasta con respecto a su pensamiento cotidiano, que puede verse envuelto involuntariamente en la confusión y llevarle a colaborar indirectamente con lo que no quiere).
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