jueves, 11 de diciembre de 2014



Me da miedo caminar sola por calles oscuras a la noche, como cuando se está por largar una tormenta. Eso me pasó antes de ayer al caminar por Colegiales. Llegué a lo de mi tía aterrorizada porque el cielo estaba naranja y rosa con destellos amarillos. En las cuadras largas y vacías corrí lo más fuerte que pude hasta que me encontré con un grupo de deportistas de calzas metalizadas. Pensé que todos íbamos a morir y que me iba a caer un rayo en la cabeza. Esa inestabilidad es la que siento cuando pienso que voy a perder la escritura por un shock eléctrico o por un cambio en el estilo de vida. Después estábamos por cenar y una ráfaga voló todas las sillas de plástico del patio y entraron de repente muchísimas hojas y el gato y el perro se fueron a esconder y yo dije “listo ya fue todo”. Empecé a temblar. Eso mismo le pasó a mi prima embarazada que estaba sola en su casa y justo se le cortó la luz. Se encerró en la habitación con los dos perros hasta que todo pasara. Yo no creo que la escritura sea un poder pero ojalá que nunca nos abandone. 

1 comentario: