Me levanté una
mañana
y desde temprano
me dispuse a sembrar
todo lo malo.
No me pregunten
cómo.
El día: medio
soleado
indefinido
pero mi corazón
galopando como un
corsario
negro en un tornado,
una guadaña
la campesina que se
queda dormida
y desaprovecha las
estaciones,
la bondades del
viento.
Y lo peor,
me congraciaba de
eso
en una fiesta negra
conmigo misma
cantando la
siguiente canción:
voy a sembrar
todo lo malo
voy a sembrar todo
lo malo
voy a sembrar el
temor a fallar
voy a sembrar
discordia
el horror, todos los
más
feos sentimientos
los gatos ariscos
voy a sembrar rabia
contra algo
contra alguien.
Una molotov al
vacío,
a la vidriera de una
multinacional
que me devuelva
una piedra de dibujo
en el agua
una capacidad nueva.
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